Trasnochar es una de esas prácticas dudosas que sortea los estándares de salud recomendados. Te contamos sus beneficios
A todos nos ha pasado alguna vez. Nos hemos despertado a primera hora de la mañana al oír la atronadora alarma del despertador y hemos pasado el resto del día sumidos en una suerte de trance zombie, arrastrándonos por la vida como si fuera el último día que pasáramos en el mundo. Y en estas circunstancias, después de proferir una docena de improperios, hemos considerado la posibilidad de hacerlo a la inversa, de acostarnos tarde para que la mañana tuviera menos horas.
¿Hasta qué punto esto puede ser sano? Socialmente, tal y como sostienen los especialistas, trasnochar se ha visto como algo negativo, como una decisión que toman los holgazanes para no tener que enfrentarse a las vicisitudes del día siguiente, una actividad que desajuste nuestros ritmos circadianos y que es sinónimo forzoso de falta de voluntad, de descontrol y de fiesta. Pero pocos se detiene a pensar en ese grupo de profesionales que trabajan durante la noche y cuyo trabajo consiste precisamente en velar por la seguridad ajena mientras la oscuridad despliega su manto temporal sobre el cielo.
Son estos grupos, generalmente conformados por médicos de turno de noche, vigilantes de seguridad, entre otros, los que aseguran que mantenerse activo durante algunas de las horas que nos ofrece la madrugada nos permite entender la noche, saber cómo funciona y no solo disfrutar del silencio que reina en nuestros hogares, sino también aprovecharlo para poner en marcha nuestros planes de productividad, tal vez afanándonos en la lectura de una buena novela, dando rienda suelta a nuestra creatividad en forma de dibujos, literatura o ideas para futuros proyectos o incluso atendiendo a esos mensajes para los que no tenemos tiempo el resto del día.
El componente médico
Sin embargo, trasnochar también tiene beneficios arraigados directamente en explicaciones médicas. Durante la noche, nuestro cuerpo deja manga ancha al cortisol, la hormona encargada de generar el estrés y la ansiedad. Es por eso que durante la noche tienen lugar los pensamientos automáticos intrusivos.
Pues bien, normalizar el quedarse despierto hasta tarde durante un día a la semana puede ayudar a combatir la generación del estrés. Con el tiempo, aprenderemos a asociar la noche con una parte más de la rutina en la que podemos realizar distintas actividades y no un espacio oscuro donde acechan nuestros demonios personales.
