El miedo a acudir al dentista hace que no tengamos una buena salud bucal y que derive en problemas en nuestro cuerpo
Desde bien pequeños desarrollamos un miedo al dentista que en muchos casos se suele prolongar en la adolescencia e incluso ampliar a la edad adulta. Es lo que se conoce como odontofobia. Los niveles en este temor varían al igual que las razones que la causan y son muchas las enfermedades que padecen en su boca estos pacientes por no acudir a la clínica dental, algo que repercute seriamente en su cuerpo.
El miedo a acudir al dentista se puede producir por la unión de diversas causas emocionales, psicológicas e incluso sociales y culturales. Principalmente, una maña experiencia os lleva a que rechacemos volver acudir a recibir un tratamiento por parte de un dentista.
Estas situaciones anteriores se pueden quedar instaladas e el hipocampo y la amígdala, zonas destinada al almacenamiento de los temores y el miedo. Y es que además el padecimiento de experiencias con dolor aumenta enormemente el miedo. Acudir a la consulta de un odontólogo es entrar en una habitación sensorial. Desde el olor, hasta el sonido hacen que nuestro cuerpo se encuentre alerta en cuanto a los sentidos, algo que contribuye al recuerdo de pasajes traumáticos anteriores.
El imaginario de los dentistas tampoco ha sido bien tratado desde comic, historias, dibujos animados o películas. Todo ha estado más indicado a la tortura que a la cura de una enfermedad o dolencia. Al igual que desde el punto de vista psicológico, estar en el sillón totalmente expuesto hace que se vea como falta de control que en muchos casos tiene una difícil tolerancia.
Es más, en el momento en el que se entra en la sala de espera, hay personas que empiezan a sufrir los primeros síntomas de esta fobia que comienza a presentarse. Se pueden tomar medidas al respecto como por ejemplo saber hidratarse. Es curioso que no se le preste atención a algo tan vital para nuestro cuerpo. Tener una buena hidratación puede evitar que el estrés se apodere de nosotros.
La relajación es también muy importante. Saber controlar nuestra respiración hará que nos calmemos cuando aparezca la ansiedad que supone estar en el dentista. Esto hará que nuestra mente se calme en estímulos y estemos preparados.
En la elección de nuestro dentista debemos encontrar aquel que tenga un equipo (y él mismo) empático. El saber que la recepción será entendiendo y comprendiendo la situación es vital para mitigar la fobia.
Estas son algunas de las recomendaciones para evitar que la fobia a acudir al dentista impida que podamos disfrutar de una buena salud bucal, al que se extiende a todo el organismo porque no tenerla puede supones otros problemas, como por ejemplos musculares.
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