La crítica no afecta de igual manera a todas las personas, y por tanto la manera de afrontarla tiene diferentes formas
Estaremos de acuerdo que el deporte favorito del ser humano es la crítica, ya sea en un ámbito social o en un ámbito profesional. Nos encanta comentar todo lo que nos rodea y desde cualquier perspectiva, negativa o positiva. Da igual de la manera en la que venga, siempre se le puede dar la vuelta a las circunstancias y enriquecernos.
La crítica no es más que una opinión subjetiva de alguien que emite un juicio de valor sobre algún aspecto relacionado con nuestro trabajo o personal. Y no siempre puede venir de alguien ajeno a nosotros, ya que puede ser de nuestro entorno familiar, social o laboral.
Ya sea de una manera constructiva o destructiva, la crítica puede incidir en las emociones y sentimientos de algunas personas, individuos que por lo general no se encuentra en una posición de fortaleza mental para aguantarlas, en caso de ser destructivas. Pero también las positivas pueden tener efectos contraproducentes, como una elevación sustanciosa del ego.
Las negativas producen un deterioro de nuestra autoestima, algo que si ya de por si se encuentra baja puede ser devastador. Esto ahonda en la idea que una persona puede sentir de si misma en cuanto a su valía. Y dentro de esta escalada de problemas con una crítica destructiva, el siguiente escalón que viene es el del pavor que puede provocarnos el intentar cosas por el miedo al fracaso, algo que nos impedirá crecer.
En cambio, una crítica constructiva puede crearnos efectos totalmente contrarios a los de las críticas destructivas. Nos permite abrir vías para la mejora en cosas que no nos creíamos capaces. En este caso tomamos una perspectiva diferente al ver que tenemos opiniones que nos favorables y que nos hacen tener una motivación extra.
La manera de enfrentarnos a las críticas tiene que cambiar desde nuestro interior. Tener una mentalidad más abierta para que no nos impacte tan de lleno una opinión, que en algunos casos, va cargada con tintes maliciosos. Tenemos que saber qué experimentamos ante cada crítica, reconocer las emociones, pero sobre todo que no ejerza una dominación de nosotros. Básicamente porque no todos los orígenes de las críticas pueden tener conocimientos para ejercerlas, y por tanto no adquieren importancia.
De todas las críticas que recibamos podemos extraer cosas y sacar en claro otras tantas. Solo debemos tener una predisposición para saber discernir el polvo de la paja y que nos enriquezca en el desarrollo personal que toda persona debe llevar. Un camino arduo pero gratificante.
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