Para épocas de otoño o invierno, siempre viene bien una sopa de gallina. Te enseñamos cómo elaborarla al estilo latinoamericano.
Uno piensa en una sopa y se le puede venir a la cabeza cientos de estilos diferentes de sopas. No deja de ser un plato de cuchara que se repite a menudo en cada hogar, sobre todo en épocas de otoño e invierno. Un plato que parece tener una historia milenaria, que se ha destacado en varias regiones del mundo, tanto en etapas de crisis económicas como en etapas donde sobra el dinero.
En este artículo, entre tantas variantes, te enseñaremos a preparar una buena sopa de gallina al estilo latinoamericano, sobre todo de la parte de Brasil. Es una preparación conocida también como sopa de mujer parida. El nombre viene porque solía ser el primer alimento que se les brindaba a las mujeres recién paridas para reponer sus fuerzas. Curioso, ¿verdad?
Para realizar la sopa de gallina latinoamericana debemos contar con bastante tiempo en la cocina. Es que esta elaboración nos llevará alrededor de una hora y media, minutos más o minutos menos. Es bastante si no tienes paciencia a la hora de preparar los platos o no cuentas con ese amor que se le tiene al mundo gastronómico.
¿Qué necesitamos para hacer este tipo de sopa? Los ingredientes son los siguientes, si pensamos raciones para ocho personas: una gallina de corral o pollo de corral que sea de dos kilos, una cebolla, un diente de ajo, un apio, sal y pimienta negra.
El primer paso para esta sopa será desgrasar y deshuesar la gallina o pollo para quedarnos sólo con su carne, cortada en trozos pequeños. Dicha carne la sazonamos con pimienta y con un poquito de sal. Atención: los huesos los dejamos a un costado porque nos servirán para darle sabor al caldo.
El segundo paso consiste en calentar en una olla un poquito de aceite para dorar así el pollo. Luego, en la misma olla, agregamos un litro de agua, los huesos y los trozos de pollo, todo buscando una ebullición suave. Posteriormente, dejando pasar algunos pocos minutos, sumamos las verduras a la olla.
El tercer paso, cuando notemos que el pollo ya está tierno, es extraer los huesos y las verduras. Así formamos el bendito caldo definitivo. Lo servimos como si fuera una sopa y añadimos los trozos de pollo en cada plato.
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