El miedo a estar solo afecta a cada vez más jóvenes a lo largo y ancho del planeta. Hazle frente con estos sencillos trucos
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sentido un miedo irracional a la soledad. Puede que este miedo hinque sus raíces en algún trauma del pasado como la pérdida de un ser querido, episodios de acoso escolar cuando éramos pequeños o simplemente una autoestima tan baja y minada con el paso del tiempo que ha acabado caracterizándose por una creencia intrusiva de que el mundo está en nuestra contra y no nos quiere.
A este sentimiento de soledad ha contribuido en gran medida la pandemia mundial del COVID-19, que ha obligado a todos los hogares a encerrarse bajo llave para evitar potenciales contagios. Si algo ha demostrado la pandemia es que no todos sabemos aprovechar esta soledad, no sabemos disfrutarla como se merece. Nos mostramos incapaces de estrecharle mano y convivir con ella y en su lugar, la declaramos como una enemiga bélica, contra la que no dudamos un instante en librar cruentas batallas cada vez que sea necesario.
Y estas batallas se traducen a menudo en ansiedad, depresión, trastornos mentales y una larga ristras de taras que afloran en la adolescencia y que podemos llegar a arrastrar una vez llegue la edad adulta. Es muy importante que estos trastornos o pensamientos negativos no afecten a nuestro desarrollo personal y, para ello conviene mantenernos alejados ocupando nuestro tiempo en una actividad distinta de hacer scroll en el móvil o contemplar fijamente el techo en busca de la cura contra el cáncer. Aunque parezca mentira, esto se puede lograr. Basta con que se ponga en práctica este sencillo consejo para hacer que nuestra actitud con respecto a la soledad dé un giro radical y consigamos disfrutarla.
Las distracciones
En efecto, la solución no es otra que las distracciones. Mantenernos ocupados, buscar actividades que nos gusten y nos llenen y que podamos desempeñar para abstraernos durante un buen rato de la realidad y apartar temporalmente a los fantasmas.
Por ejemplo, leer, salir a caminar, escribir, ver una película, son actividades al alcance de cualquiera que, a largo plazo, nos harán sentir mejor y acabarán definitivamente con nuestro miedo a estar solos. De esta manera, las horas muertas del día no se nos harán tan largas y descubriremos que el tiempo de calidad no solo se obtiene en compañía sino también en la comodidad de nuestro cuarto.