El ajo y la patata se combinan con otros toques mágicos para formar el ajoatao, una receta típica de Jaén para acompañar otros platos.
¿Has oído hablar alguna vez del ajoatao? ¿Lo has probado en alguna comida o cena? Es un plato muy típico en Jaén. Cuentan los más expertos de las gastronomía que su origen se encuentra sobre todo en las cocinas de la Sierra del Segura. Quién sabe si será cierto o si debemos buscar por otros sitios de la comunidad autónoma de Andalucía para conocer dónde se inició este sabor. Lo cierto, lo que podemos comprobar, es que está combinación de ajo y patata, más otros toques mágicos, forman un gusto ideal que sirve para acompañar carnes o cualquier otro tipo de plato.
La receta del ajoatao es fácil, pero requiere de mucha atención, sobre todo cuando es la primera vez que nos metemos en esta aventura. ¿Te animas a prepararla en tu casa? Ya verás que, si te sale bien, seguramente repetirás…
La receta para elaborar sin errores el famoso ajoatao de Jaén
Lo primero que debemos remarcar es que para llevar a cabo esta receta típica de Jaén necesitarás aproximadamente unos 45 minutos. ¿Te parece mucho o poco tiempo? Si estás de acuerdo y quieres ponerte manos a la obra, te dejamos aquí los ingredientes, pensando en raciones para cuatro personas: 500 gramos de patatas, tres dientes de ajo, una yema de huevo, zumo de limón, 200 mililitros de aceite de oliva virgen extra y sal.
El primer paso es simplemente llenar un cazo con agua y, una vez que hierve, metemos las patatas con piel (importante dejar la piel). Se cocinarán en 15 ó 20 minutos si son patatas pequeñas o quizá necesites media hora si son patatas grandes. Cuando ya estén cocidas, se pelan y se dejan enfriar.
El segundo paso es coger un mortero para triturar los ajos pelados. Lo hacemos agregando un poco de sal, buscando conseguir una pasta uniforme. Luego sumamos las patatas frías al mortero y volvemos a machacar hasta tener una mezcla homogénea, como si fuera un puré. ¿Te va gustando?
El tercer paso, ya un poco más complicado, consiste en incorporar la yema del huevo y comenzar a mezclar haciendo movimientos circulares. Todo con tranquilidad, sin apuro. La idea, aquí, es obtener una textura suave, lo más suave que se pueda. Por último, añadimos un poco de zumo de limón, otro poco de aceite de oliva y seguimos mezclando hasta que quede un puré denso, listo para ser acompañante de un buen trozo de carne, por poner un ejemplo.