Los esguinces de tobillo son lesiones muy habituales en los deportes en los que se emplean los pies. Te enseñamos a reincorporarte a los entrenos
Las lesiones de tobillo son muy habituales en esos deportes en los que se requiere de continuo trabajo con los pies, de contacto con otros adversarios o de exhibir ciertas técnicas. El caso que antes se nos viene a la cabeza al pensar en esto es el fútbol, tal vez el deporte en el que los pies están más expuestos a entradas, golpes, impactos y, por supuesto, también lesiones de todo tipo.
Sin embargo, es evidente que este no es el único deporte en el que podemos sufrir un esguince de tobillo. En el baloncesto o en el balonmano, por ejemplo, apoyar mal los pies después de un potente salto puede ser fatal. Y lo peor de todo es que estas lesiones pueden producirse en un contexto completamente distinto al de la práctica deportiva. Así pues, el mero hecho de caminar tranquilamente por la calle y tropezar con un suelo de trazado irregular puede hacer que nuestro pie se retuerza en una posición antinatural y que eso nos provoque un esguince.
Si alguna vez te has visto involucrado en una de estas circunstancias, habrás visto cómo tus intensas sesiones del gimnasio tienen que verse temporalmente aplazadas. Probablemente ahora sean dos muletas las que guíen tus pasos y, si la situación se ha complicado hasta ese punto, una escayola recubre tu lacerado tobillo y puede que debes llevarla en alto y curarla a base de hielo y un continuo reposo que apenas te permite moverte. Si estás en una situación parecida, has venido al sitio correcto, pues en dieta.com tenemos la solución para ti. Esta es la mejor forma de afrontar el entrenamiento después de la recuperación del esguince.
A la hora de afrontar esta recuperación, puedes empezar a realizar varios posibles ejercicios. El primero y más elemental son los estiramientos, que pueden realizarse justo después de levantarnos a primera hora del día y justo antes de acostarnos a últimas hora de la noche. También viene bien un poco de caminata siempre que el dolor y las piernas lo permitan.
Finalmente, también es conveniente que se realicen ejercicios de movilidad articular para fortalecer la zona afectada, como los giros de tobillo o las prolongaciones. manteniendo la planta del pie en el suelo y subiendo ligeramente el talón.
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