Existen diferentes forma de entender del hambre y no siempre se refieren a la meramente biológica que tenemos que cubrir
Cuando los nutricionistas y expertos en alimentación hablan de la importancia de encontrarnos saciados no es una cuestión baladí. La sensación de tener hambre puede darse en diferentes ámbitos y no siempre tiene que ver con la necesidad de calmar a nuestro estómago porque necesitamos la ingesta de energía. Son muchas las ocasiones en las que el hambre es más mental que estomacal, o incluso se trata de un tipo de hambre alimentada por los sentidos. Vamos a empezar a enumerarlas.
Podemos empezar hablando del hambre fisiológica, la que entra dentro de toda lógica cuando pensamos en alimentarnos. Tenemos que atender a las necesidades que nos plantea esta tipología ya que de saciarla depende el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Pero también existe un hambre relacionada con las emociones. Y es que aunque no lo creamos del todo, todas las emociones pueden desencadenar en tener algo de apetito. Cuando nos encontramos con nostalgia, cuando atravesamos una crisis con nuestra pareja o cuando estamos más nerviosos de la cuenta necesitamos abrir la nevera para calmarnos. Controlar este tipo de hambre es fundamental para que no derivemos en otras enfermedades tales como la obesidad.
Cuántas veces hemos pasado por una pastelería, un restaurante o un puesto de golosinas y, bien a través de la vista o el olor, nos ha entrado hambre. En este tipo se engloba el hambre sensorial.
Las dietas tiran a menudo de un determinado grupo de alimentos de los cuales posteriormente nos sentimos dependientes. Aquí es donde se representa el hambre nutricional y es una tipología reciente debido al gran número de dietas que han aflorado.
El hambre de hábito es aquel que surge cuando estamos acostumbrados a ingerir alimentos en una determinada franja horaria, por ejemplo. Incluso sin tener apetito, llegada una hora, tendemos a comer por la costumbre que hemos generado, algo que se tiene que ir eliminando si nos ocurre y proceder a entender las señales, en muchas veces equivocadas, que nos envía nuestro cuerpo. Este tipo de hambre roza incluso algún TOC, ya que sigue patrones que de no seguirse pueden generar otros males.
Saber entender qué tipología de hambre tenemos en cada instante nos permitirá controlar y equilibrar nuestra dieta y estar dentro de unos parámetros saludables. Eso repercutirá en la búsqueda del bienestar general que se debe perseguir para tener un equilibrio entre cuerpo y mente, algo que siempre debe estar directamente relacionado como muchos estudio ya han ratificado
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