Algunas situaciones de cómo entendían los griegos la sexualidad se repiten en la actualidad, aunque por suerte hemos evolucionado mucho
Solo tenemos que retrocedernos unas décadas atrás para ver cómo ha evolucionado todo el tema de la sexualidad en nuestra sociedad, partiendo del cambio brutal que se vivió en la época del destape y la evolución en la televisión durante el cambio de siglo. Ahora, es un tema tan normal como de actualidad.
Desde la época antigua ha sido un tema recurrente pero amparado en la capacidad reproductora que es. Son muchos los artistas que han expuesto la sexualidad en sus obras, independientemente del periodo al que hayan pertenecido, pero sin duda alguna, los iconos sexuales de la antigua Grecia adquieren una importancia más que relevante, ya que de ellos bebimos.
Los cuentos de aquella época están llenos de multitud de relatos amorosos, de conquistas y desamores, de deseos y pensamientos eróticos e incluso de pérdida de la voluntad por el amor que no es correspondido. Uno de los grandes conquistadores fue Zeus, el rey de todos los dioses, galán de un sinfín de capítulos amorosos.
En la antigua Grecia, el papel del hombre era muy parecido al de hace algunos años en nuestra cultura y que por suerte poco a poco se van dando pasos a una equidad. El hombre se reflejaba más rol activo y de liderazgo mientras que la mujer será un rol destinado a la reproducción. Salvo en Esparta, aquí había espacios donde se igualaban los niveles, aunque desgraciadamente nunca llegaban a ser del todo igual.
El sexo jugaba sus basas de importancias en los relatos y sobre todo en las leyendas. En la mitología, los sátiros eran seres con patas y cuernos de cabras sumisos por completo a la sexualidad. Abordaban hasta la saciedad a mujeres e incluso a diosas divinas. Eran esclavos del sexo, de las juegas y las bebidas alcohólicas. Señalados como los peores pecados del hombre, alejados de los cánones de ciudadano ejemplar. En el caso de las mujeres, eran casi sinónimos de los sátiros, las ménades, fanáticas de Dionisos.
En el caso de las mujeres, sus manifestaciones sexuales eran vista como una cuestión deshonrosa. Al igual que hace algunas décadas en nuestro mundo, las mujeres se destinaban a estar presas en casa dedicándose a cuestiones del hogar y la crianza de los niños. Los sentimientos del amor no se atendían en el matrimonio.
Los griegos atendían las expresiones amorosas de personas del mismo sexo. Comprendían estas situaciones, la aceptaban, aunque entendían que debía realizarse en una ámbito que ellos establecían como correcto.
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