Nuestro cuerpo nos va dando avisos a través de señales de que debemos tener cuidado porque podemos caer en este síndrome
Siempre hay momentos en el día donde nos sentimos muy agobiados, donde el estrés parece invadirnos y si nos paramos a pensar fríamente tampoco ha habido nada excepcional que nos haya generado esa tensión. El problema viene cuando sentimos casi a diario esa sensación que nos termina invadiendo. Y es que el estrés intenso es seriamente perjudicial para la salud.
Tenemos que saber llevar ese estrés diario, que nos puede permitir mejorar en determinadas materias de nuestra vida y, por ende, es algo bueno para nosotros. Esta sensación viene provocada por la alta congregación de cortisol en sangre, un hecho que se produce por la mañana y es cuando sentimos más estrés, y sus niveles se van menguando y variando con forme va desarrollándose la jornada.
El pico más alto es aproximadamente a las ocho de la mañana, se va manteniendo estable durante todo el día y va a descender cuando se aproxima la hora de irnos a la cama. Como decimos esto puede ser bueno para superar etapas, pero en el momento en el que ya es crónico, tenemos que acudir a un especialista.
Este momento hace que lleguemos al síndrome de Cushing, aquel que se da cuando llevamos expuesto un largo periodo de tiempo a altas cantidades de cortisol en sangre. En resumen, es cuando el cortisol sigue siendo alto después de pasar por ese periodo de estrés.
El cortisol está en todo el cuerpo y controla los incides de glucemia, también el agua y la sal, equilibra los periodos de sueño, da energía y mejora la memoria y la atención. De eta manera, tener un desequilibrio de cortisol daría al traste con muchas funciones que realiza dentro de nuestro organismo sin que seamos conscientes de ello.
Quizás se puede considerar como el gran vigilante del metabolismo de carbohidratos, proteínas y grasas. Por ello, tenemos que tener cuidado bajo determinadas situaciones para que no caigamos en el síndrome de Cushing. Tenemos que controlar nuestro peso, si hay una subida podemos tenemos que equilibrarla. También si tenemos hipertensión puede ser una señal. Así que si te gusta echarle un poco más de sal a la comida puedes ir pensándotelo de aquí en adelante.
Por lo general, empieza a aparecer gran proliferación del vello de nuestro cuerpo y disminuye el apetito sexual. Son dos puntos muy evidentes que pueden avisarnos. También el surgimiento de hematomas, la cara se pone más redonda o tenemos una importante fragilidad en nuestros músculos. Todos ellos son avisos que nuestro organismo nos va comunicando para que seamos consientes que padecemos el síndrome de Cushing.
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