Dormir es uno de los procesos más necesarios para el cerebro, por ello, la falta de sueño puede comprometer su correcto funcionamiento.
La falta de sueño puede afectar de manera muy importante a diferentes procesos del cerebro. No en vano, desde antiguo se ha datado que se mantenía a los presos despiertos sin posibilidad de dormir como forma de tortura. Y es que dormir es uno de los procesos más necesarios para la vida de ser humano. Si no dormimos, tenemos problemas para realizar nuestras tareas y perdemos algunas de nuestras habilidades más sencillas.
La relación de la falta de sueño con la aparición de problemas en la salud del ser humano está ampliamente comprobado. Dormir poco, o menos de lo que nuestro cerebro necesita, interfiere en la capacidad de las neuronas de comunicarse entre sí, lo que se traduce en dificultades a la hora de pensar con claridad o recordar cosas sencillas y mecánicas como puede ser dejarse las llaves en casa.
La falta de sueño hace que la carga para el cerebro sea mayor. Estar despierto más de 24 horas puede hacer que las personas se comporten de manera extraña y que incluso no recuerden con claridad lo que ha sucedido durante su tiempo de vigilia. Incluso se han dado casos en los que se han sufrido alucinaciones.
Cuando dormimos, el cerebro activa sus redes neuronales de tal forma que se fortalecen sus conexiones y se mejora así el funcionamiento del mismo. Por el contrario, si no se duerme lo necesario, el cerebro no habrá realizado las últimas fases REM del sueño, que suelen las más largas y que se producen en las últimas horas de sueño. Si esto se produce, habrá más probabilidades de que el individuo no recuerdo con claridad algunas cosas.
Así las cosas la falta de sueño generará problemas de memoria y de atención, además se estará más ansioso. Eso sí, dormir menos horas de las necesarias no afectará a los recuerdos a largo plazo, esos que están arraigados en nuestra memoria, pero sí lo hará a esos otros que generamos a corto plazo. De hecho, un estudio realizado a cerca de medio millón de adultos demostró que aquellos que dormían entre tres y seis horas tenían peores resultados en las pruebas cognitivas que las que superaban las seis horas de sueño. En ese sentido, la memoria de trabajo, que es la que se usa para realizar las tareas del presente, era una de las más afectadas en las personas que no dormían lo suficiente.
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