Madrugar es una práctica muy habitual entre la mayoría de personas. Quizá este ejercicio pueda ayudarte si te despiertas temprano
Madrugar es una de esas acciones o costumbres que provoca sentimientos encontrados en la población. Los hay que lo consideran una bendición, un requisito indispensable para ser productivos durante el día. Es el momento en el que deciden salir a correr, ser los primeros en el gimnasio, dar rienda suelta a su creatividad dibujando o escribiendo o disfrutando de un buen libro o de una sesión de estudio. Estos adeptos suelen argumentar que es en este período del día cuando la concentración se dispara.
Otros, sin embargo, preferirían declararle una guerra sin cuartel a su enemigo más acérrimo antes que escuchar a la alarma atronando por la casa a una hora que ellos consideran intempestiva. Los partidarios de quedarse más tiempo en la cama suelen aducir que madrugar los convierte en muertos vivientes recién salidos de las catacumbas, almas en pena que deambulan por la casa con el solo pensamiento de acostarse los antes posible, de enviar plegarias al dios más benévolo que conocen para que este les permita regresar a los brazos de Morfeo.
Esta práctica que proponemos va destinada al primer grupo, a los que gustan de madrugar para ser más productivos. No queremos decir con ello que hacerlo vaya a tener efectos irremediables y seguros en todas aquellas personas que deseen llevarla a cabo, pero ha quedado demostrado por un amplio consenso de los científicos encargados de la investigación de la que hoy hablamos que incorporar esta práctica a tu rutina podría resultar extremadamente beneficioso si estás a costumbrado a empezar tu día con los primeros retazos del alba, con los rayos pioneros del sol, con las calles aún desiertas y un frío insólito que renueva la sangre.
El ejercicio
El ejercicio es tan sencillo que casi parece una broma. Simplemente consiste en realizar un corto paseo matutino, de apenas treinta minutos, en el que nos aseguremos de que el frío nos renueva los pulmones, nos azota en la cara y, en palabras coloquiales, nos despabila.
Por supuesto, también tiene beneficios en el plano físico. Pasear por las mañanas ayuda a elevar la temperatura corporal, que tiende a descender ostensiblemente durante el descanso, lo que ayuda a mejorar el rendimiento deportivo si después vamos a nadar o acudimos al gimnasio. Una práctica muy fácil de ejecutar y que terminará proporcionándote los resultados que quieres.