Dile adiós a la falta de concentración con la técnica definitiva para mejorar la productividad. No te la puedes perder
La sociedad de hoy es más eléctrica que nunca. Lo mismo decían de la del siglo XIX pero son dos conceptos diametralmente opuestos. Uno hacía referencia a la irrupción en la vida cotidiana de la máquina de vapor y todos los avances que esta genial invención trajo consigo. La otra, no obstante, alude a la cultura de la inmediatez, esa burbuja gigantesca en la que se ven inmerso todos los internautas y usuarios de las redes sociales, en los que la información está más sesgada que nunca y, lo peor de todo, se administra en dosis descontroladas e incontrolables.
En estas circunstancias, la productividad se ha convertido en la bandera de todo joven que presuma de serlo. Parece literalmente que el reloj de arena de la humanidad se consume a pasos agigantados, que desde la llegada de la generación Z las manecillas del reloj giran más rápido que de costumbre en lugar de a la misma velocidad a la que lo han hecho siempre. Por ello, ser productivo se ha transformado en un axioma. Como el tiempo se escurre de las manos sin que nos percatemos, entonces hay que aprovecharlo.
Sí, esta cantinela ya nos la han entonado desde hace muchos años, pero la letra ha cambiado considerablemente, ha introducido un matiz que hasta el momento no estaba presente. Aprovechar el tiempo ya no consiste en reunir un puñado de actividades que nos agraden y practicarlas con la mayor asiduidad posible, sino llenar cada segundo de tiempo con lo que se han venido a llamar rutinas productivas, entre las que se encuentra el culto al cuerpo, la lectura generalmente de no ficción, el tiempo de calidad con familia y amigos, la ganancia de ingresos, el trabajo y un sinnúmero de cosas más.
La técnica
Si de verdad sientes que necesitas llegar a todo y no puedes, tenemos la solución para ti. Gracias a esta técnica conseguirás cumplir tus objetivos a largo plazo mediante una constancia que no te permitirá fallar ni un solo día del año. Y lo mejor es que apenas te costará dinero.
Se trata de adquirir un calendario y colgarlo de una de las paredes de nuestro cuarto. Cada día hay una serie de actividades que debemos realizar. Basta con tachar con una cruz roja los días en los que hayamos cumplido con lo propuesto. El día que fallemos la cadena de cruces rojas se romperá y nuestro cerebro, acostumbrado al cierre, se esforzará más simplemente para ahorrase la visión de un huevo allá donde debería haber una marca.
